viernes, 1 de febrero de 2008

Conociendo el MONUMENTO ARQUEOLOGICO "LA GRAN SAPOSOA", LA GRANDEZA DE LOS CHACHAPOYAS.

Amigos lectores, en días pasados recibí un e-mail de un gran amigo, Luis Ordoñez Sanchez, el cual contenía un relato sobre un viaje que hizo en compañía de otros estudiosos a explorar los restos de esa gran cultura que fue La Gran Saposoa, sin duda alguna comparable con Machu Picchu, Kuelap, El Gran Pajatén, Caral, entre otras, y que puede convertirse en otra maravilla del mundo. Después de haber leído, me ha parecido importante colgar el artículo en este blog, porque se trata de una cultura que según los historiadores, su mayor esplendor fue en los siglos VII y VIII d. c. Ubicada al Este del río Marañón, uno de los principales afluentes del gran río Amazonas, en una región montañosa sobre la ladera Este de la cordillera de los Andes, a unos 2,800 msnm.. zona de bosques lluviosos con vegetación típica de Ceja de Selva o Selva Alta, con una gran biodiversidad, que vivían del bosque y de la agricultura, que no obstante que su población fluctuaba entre los 6,000 a 10,000 habitantes, tenían una completa armonía con la naturaleza. No es nuestro interés abarcar el campo de la Antropología, solo resaltar la forma como vivieron nuestros antepasados, cuidando el medio ambiente sin llegar a destruirlo, un hermoso patrimonio que debe ser digno de imitarles. Aquí el relato:

Autor: Experimenté una inusual sensación al recibir la noticia de invitación de Gene Savoy: Visitar oficialmente la ciudadela La Gran Saposoa. Ya el año pasado fue descubierta por éste singular personaje. La noticia ha sido muy difundida y entrañaba un misterioso encanto, “llegar a conocer una ciudadela de los antepasados, de aquellos seres humanos que vivieron hace más de quinientos años en estas tierras circunscritas en la jurisdicción de Saposoa”. En realidad, los habitantes naturales y mucho menos los migrantes de otras regiones, no conocíamos estos restos, no obstante que están a solo cincuenta u ochenta kilómetros al oeste desde donde nos encontramos por cientos de años.

El Concejo Municipal de Saposoa aceptó nuestro viaje con Alfredo Ríos, Teniente Alcalde de la Comuna. Viajamos a Lima. Nos encontramos con Savoy y su equipo en el hotel. Partimos viaje de Lima en horas de la mañana, llegando a Trujillo en la tarde. Cenamos y continuamos viaje, llegando a Cajamarca al amanecer. De aquí pasamos a carros pequeños y seguimos la travesía por laderas de inmensas cordilleras, cruzamos el cauce del río Marañón, llegamos a Celendín y muchas horas después a Bolívar (departamento de La Libertad). Aquí pernoctamos en medio del frío, a los tres mil quinientos metros de altitud.

A la mañana siguiente ascendimos la cordillera, que la divisamos inmensa, poderosa, maciza, desde la ciudad de Bolívar. En la cima el frío es aterrador, quizás porque fuimos atrapados por una densa niebla. De pronto el pasto de ichu iba acumulando copos de nieve al igual que nuestra impermeable vestimenta. Esta cima es la cordillera de las Tres Cruces. Aquí posiblemente el inca Túpac Yupanqui perdió cinco mil hombres por causa de una densa niebla, cuando se dirigía a conquistar a los Chachapoyas, justamente a donde nosotros nos dirigimos. Algo similar estábamos experimentando. Esta cima es el lindero del departamento de San Martín – provincia de Huallaga, con el departamento de La Libertad – provincia de Bolívar. El angosto y casi imperceptible camino de herradura es por demás agreste, escarpado, riesgoso. Una mala pisada del mular nos puede conducir a las profundidades del incierto destino, hecho trozos de carne molida y astillas de huesos. Al atardecer llegamos a medio cerro del otro lado de la cordillera. Ya estamos en nuestro territorio provincial de Huallaga. Esta parte de la casa que nunca conocimos. Somos los primeros huallaguinos que conocemos esta parte de la provincia de Huallaga. Hay una choza con paredes de piedras y techo de pasto ichu seco. El campesino produce papa, zanahoria. Tiene ovejas, ganado vacuno. Enfrente está la apasible la laguna de Yonán. Esta laguna de dos o tres hectáreas de superficie, es administrada por el ministerio de Pesquería. Aquí se reproduce abundante trucha. Hay ejemplares de hasta un metro de longitud. La laguna es alimentada por el deshielo de la cordillera que siempre mantiene su blanca corona. Verdad, hay tres o cuatro riachuelos que van discurriendo por entre las rocas inmensas para alimentar de agua fría a la laguna Yonán.

A la mañana siguiente el viaje continúa. El pastizal natural es inmenso. Hay huecos imperceptibles en el pasto y las acémilas se hunden hasta el pecho. Tras brusco esfuerzo el animal saca la pata con el consecuente susto del jinete. El guía muestra un camino empedrado que cruza la quebrada Yonán y asciende lentamente el cerro de la otra margen. “Se va a los lagos que están al otro lado de ese cerro” refiere. El camino tiene un metro y medio y dos metros de ancho. Las piedras están muy bien acomodadas. “Por aquí trasladaban al jefe (Inca) en anda” agrega el guía.

Llegamos a un resto de casa de piedras. En la tarde arribamos a la confluencia de la quebrada Yonán con la quebrada Huayabamba. Esta última también proviene de la laguna del mismo nombre, donde también abunda la trucha. Pernoctamos. Aquí fue una ciudad Chachapoya, por que están los restos de varias casas de diferentes dimensiones y formas. También hay restos de caminos y terrazas. Son filmadas y fotografiadas.

A la mañana siguiente continúa el viaje y se llega al fundo Naranjos. Pasamos por caminos, por terrazas, por chulpas, inscripciones en los cerros hechos por Chachapoyas. Hasta ahora nuestra admiración es enorme.

Terrazas, confluencia Yonán con Huayabamba. De aquí las visitas fueron por grupos. Nosotros visitamos dos ciudadelas en igual número de cerros a 2, 700 msnm. La primera: la ciudadela de las cruces. Tiene una plazoleta, un torreón circular, oficina, alrededor de mil casas. En las faldas de los cerros están las terrazas hechas de piedras. En los farallones se muestran las chulpas. Llegamos a tocar algunas de ellas. Casi todas han sido saqueadas. Cráneos, restos óseos regados al azar, restos de sogas, de telares, lanzas, vasijas, herramientas. Ganas nos da de llorar por la barbarie cometida contra nuestros antepasados. Sin embargo, a pesar de comunicar esta realidad, se continúan saqueando aquellos restos sobrantes. Lamentablemente “nadie tiene la culpa”, todos se miran sin saber qué hacer. Quizás no tiene importancia para muchas personas. No se quiere lo que no se ve. Los que tienen el poder sobre estas cosas deben llegar a conocer para dictar las medidas correctivas correspondientes lo más rápido posible. Debe hacerse un alto. Ya pues, manos a la obra. Respetemos lo nuestro. Si no valoramos a nuestros antepasados, significa que nosotros tampoco nos valoramos y eso no es cierto. Nosotros valemos tanto como ellos. Hagamos algo por favor. Grito al cielo, al Todopoderoso, que se haga justicia por quienes vivieron en estas tierras que ahora nosotros ocupamos. Aquellos restos de caminos, de chulpas, de ciudadelas, de terrazas son restos muy valiosos.

Gene Savoy, estuvo presente con personas de diferentes nacionalidades. Cuando vio una chulpa saqueada lloró poniéndose de rodillas. Nosotros también le acompañamos en esa expresión de dolor.

Julio 2001.

Luis Ordóñez Sánchez
Expedicionario

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